Le hacemos llegar la nota publicada en el diario Tiempo Argentino del día sábado 14 de diciembre de 2013.
La recomposición
del tejido social
Redes para crear más democracia
La participación popular en las políticas públicas como una herramienta
de profundización de las transformaciones sociales.
REDES PPGA (PLANIFICACIÓN PARTICIPATIVA Y GESTIÓN
ASOCIADA)
Héctor Poggiese y Fabio Oliva
Después de 30 años de períodos democráticos sostenidos
en nuestra patria, los que hemos transitado alguna etapa de nuestra vida en
dictadura sabemos que la violencia hecha sistema de gobierno deja huellas
difíciles de borrar. En ocasiones, esas marcas se han naturalizado y ya no las
reconocemos, pasaron a ser parte de nuestra vida, convivimos con ellas
diariamente. El sociólogo Daniel Feierstein habla en uno de sus libros de
prácticas sociales genocidas y traza un relato que prueba la continuidad entre
el nazismo y el autodenominado "Proceso de Reorganización Nacional",
título que ponía en evidencia, sin ocultamientos, la finalidad del plan
cívico-militar.
Las frases "no te metás", "por algo será", "en algo
andarán" son indicadores de una sociedad quebrada que cambió relaciones
sociales de cooperación, solidaridad, reciprocidad, por otras de subordinación,
delación, individualismo. El tejido social se fragmenta, se aísla, se va
transformando en un "fleco social", compartimentado, de vías paralelas,
que favorece las relaciones corporativas.
La recuperación de la democracia y el ejercicio del voto marcaron un punto de
inflexión, pero sabemos que eso solo no alcanza. Los '90 fueron una clara
muestra; vimos cómo muchas de esas prácticas volvían a ponerse en evidencia y
nos alertaron de la necesidad de cambios más profundos. La fragmentación
social, el individualismo, la falta de solidaridad permanecen, resisten el paso
del tiempo como un residuo sólido, y reaparecen, enmascaradas de violencia en
las más variadas formas: mezcladas en los cacerolazos, entrometidas en las
robaderas que inundaron Córdoba durante la huelga policial.
A veces el tejido social se recompone como reacción espontánea, como en las
asambleas de 2001-2002, que nacieron en medio de una crisis terminal, explosión
obligatoria para quienes eran por ella lacerados, y fueron deshilvanándose y
enseguida disolviéndose. Fueron una enorme posibilidad de reconstitución del
tejido social, vía movilización, pero no alcanzaron a leerse a sí mismas en el
potencial que como redes en ebullición significaban.
Otras veces, el tejido social puede recomponerse de forma natural, sin
proponérselo, como un extenso proceso de recuperación y reintegración de la
sociedad argentina. Aquí, la variable tiempo es inestimable; dependerá de una
etapa histórica impredecible.
Sin embargo, también existe una forma intencionada, propositiva, de recomponer
el tejido social en base a constituir políticas públicas como embriones de
transformación social, por la vía de una acción asociada entre Estado y
sociedad: las "redes socio gubernamentales". Basta para eso que los
gobiernos convoquen a la participación popular en sus procesos de elaboración y
ejecución de programas, transformando esos procesos en sitios de aprendizaje de
la gestión de lo público y de ampliación participativa de la democracia
representativa. Una política pública específica puede tener como objeto esa
finalidad de aumentar la participación popular, como la ley boliviana de
planificación participativa, o la venezolana que crea los consejos comunales
decisorios.
En el contexto actual, transitando un camino de ampliación de derechos para los
que menos tienen, de respeto por la diversidad y las minorías, con evidentes
huellas de democratización como la Ley de Medios, avanzar en un Programa de
Participación Popular en Políticas Públicas parece un desafío a la altura de
una nueva década de consolidación y profundización de la democracia ganada.